EXPRESIONES ASPENSES RELACIONADAS CON LA AGRICULTURA Y EL CLIMA.
Publicado en la revista El Último Jueves nº 11,2007.
No
cabe duda, que la industrialización y las innovaciones tecnológicas han
desencadenado innumerables cambios en la sociedad actual, con el consiguiente
desplazamiento y pérdida de las formas de vida tradicionales que nos han
precedido. Como en tantos pueblos, las manifestaciones de la cultura popular de
Aspe se ven abocadas a la desaparición, y gracias a la labor de recuperación de
investigadores locales como José María Cremades, Francisco Pedro Sala, José Antonio Galvañ, etc., han podido
redimirse del olvido.
La actividad
agraria fue el sustento básico de los aspenses hasta las primeras décadas del
siglo XX, conformando una mentalidad y unas prácticas agrícolas afines a los
pueblos de alrededor, pero con ciertas peculiaridades locales. Estas
manifestaciones fueron plasmadas en numerosas sentencias y dichos populares, un
cuantioso número de estas expresiones relativas a la actividad agrícola y la
climatología, fueron recopiladas en el libro Aspe: Isla Lingüística,
de Francisco Pedro Sala y José Antonio Galvañ.
Como expusieron
sus autores, el acopio de nuevas reseñas permanece abierto para seguir
acrecentando el patrimonio aspense. Este artículo realiza una mínima
aportación, contribuyendo con unos pocos aforismos no contemplados en ese
trabajo, y con otros incluidos, pero que ofrecen ciertas variantes. Dentro del
extenso abanico de expresiones populares de la localidad, tenemos un dicho que
vaticinaba la cantidad de oliva que se podía obtener en los campos de
Aspe, dependiendo del mes en que el
olivar había hecho la floración. Otra sentencia recordaba las fechas apropiadas
para sembrar simiente de calabaza:
Si la olivera
florece en abril
para el candil.
En mayo
para el amo.
En junio
para ninguno.
Viernes Santo
Calabacicas planto
la vieja que lo sabía
ya las tenía nacidas
Una
breve sentencia popular, sintetizaba la descomposición que había experimentado
una holgada hacienda familiar, tras el
paso de dos generaciones incapaces de conservar el patrimonio legado.
Hombre hacendero
hijo caballero
nieto pordiosero.
La
viticultura orientada hacia la producción de vino, fue el cultivo preponderante
en Aspe durante varios siglos, prevaleciendo en los plantíos de secano y
regadío. Algunos dichos incidían en la realización de tareas en el viñedo
durante determinadas épocas del año, como era labrar las viñas en junio para
airear la tierra, tarea que muchos conocían pero que pocos realizaban, al estar
afanados en las labores de la siega y la trilla de los granos. En el regadío,
se recordaba las fechas idóneas para el riego de la viña, el mes más apropiado
era abril, y las labores de la “majenca” en mayo, es decir cavar la
tierra en superficie a golpe y repique, para eliminar la costra superficial.
Otros aforismos indicaban el periodo de maduración de alguna variedad de uva
temprana como podía ser la arbillo, o el valencí blanco o negro
que empezaban a madurar en Agosto, también la obtención de un vino de buena
calidad, recomendando una o varias clases de uva:
Las rejas por San Juan
muchos las saben
y pocos las dan.
Si buen vino
quieres hacer
uva de
plantamula,
de valencí y de
torrontés,
déjalo tres
meses en la bodega
y te convencerás después.
De San Jaime a
Santa Ana
pinta la uva,
y para el
quince de Agosto
ya está madura.
Riégame en abril
y majéncame en mayo
y tendrás sazón
todo el año.
La uva de torrontés
ni la vendas ni la des
que para vino buena es.
Agosto, de las uvas se hace el mosto.
La
producción agrícola siempre ha tenido una dependencia directa con la
climatología. Un método de predicción popular fue las cabañuelas, basadas en la
observación de los fenómenos atmosféricos en los doce primeros días de agosto,
más sus doce días de retorno. Junto a ellas, existieron numerosos proverbios
que marcaban alguna particularidad del tiempo.
Si
el gallo
canta
a pares
agua
a mares
si
canta a nones
viento y
soles.
Marzo
ventoso
y
abril lluvioso
hacen
de mayo
florido
y hermoso.
Marzo
marceado
unos
días buenos
otros
malos.
La lluvia es un factor determinante en las cosechas,
cuando caía en los meses idóneos presagiaba buenas cosechas, pero si no se
producían precipitaciones o se registraban en meses inapropiados, podían
arruinar los cultivos, tal como sucedía a finales de junio, estando el trigo
segado en los campos, a expensas de ser transportado a la era para realizar las
tareas de la trilla, ya que la humedad del suelo provocaba que el grano se
grillase.
Si
llueve en abril
aceite
para el candil.
Agua en Mayo
pan para todo el año.
Si
no llueve hasta septiembre
el aceite malo
y no siembres.
Agua en San
Juan
quita aceite y
vino
y no da pan.
Nunca es mal
año por trigo
que por agua si
lo ha sido.
Son muy numerosas y variadas las
expresiones del acervo popular aspense contenidas en la publicación Aspe:
Isla Lingüística, podemos incluir algunas más relacionadas con el tema
abordado en este artículo:
– Cuando marzo mayea, mayo
marcea. Sentencia que resumía el comportamiento atípico del mes de marzo
como si fuera mayo, a su vez correspondido en mayo con un procedimiento similar
a marzo.
– Tu hijo muerto y el apio en
el huerto. Dicho popular que declaraba las propiedades del apio borde,
utilizado habitualmente como emplasto para aliviar los empachos, especialmente
en los niños.
– En tiempo de la berenjena, cambia la mujer la melena.
La cosecha habitual de la berenjena era recogida entre los meses de julio a
septiembre, durante el mismo periodo la mujer suele mudar parte de su cabello.
– Ni mía es la viña ni
mía la vendimia. En sentido literal, manifiesta que uno no es dueño
del cultivo ni lo tiene en arriendo, viniendo a sentenciar que el afectado no
tiene nada que ver con la cuestión tratada.
–
En septiembre, el que tenga grano que siembre. Aunque se ha apuntado el
mes de noviembre en alguna ocasión, en nuestras tierras era más apropiada la
siembra en el mes de septiembre, para que el grano estuviera depositado en la
tierra cuando vinieran las lluvias de octubre.
Reitero
mi agradecimiento a Manuel Asensi Torres, por la colaboración prestada para
completar este trabajo.
Gonzalo
Martínez Español.
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