martes, 24 de marzo de 2020


EXPRESIONES   ASPENSES   RELACIONADAS   CON  LA    AGRICULTURA Y EL CLIMA.

Publicado en la revista El Último Jueves nº 11,2007.

            No cabe duda, que la industrialización y las innovaciones tecnológicas han desencadenado innumerables cambios en la sociedad actual, con el consiguiente desplazamiento y pérdida de las formas de vida tradicionales que nos han precedido. Como en tantos pueblos, las manifestaciones de la cultura popular de Aspe se ven abocadas a la desaparición, y gracias a la labor de recuperación de investigadores locales como José María Cremades, Francisco Pedro Sala,  José Antonio Galvañ, etc., han podido redimirse del olvido.
La actividad agraria fue el sustento básico de los aspenses hasta las primeras décadas del siglo XX, conformando una mentalidad y unas prácticas agrícolas afines a los pueblos de alrededor, pero con ciertas peculiaridades locales. Estas manifestaciones fueron plasmadas en numerosas sentencias y dichos populares, un cuantioso número de estas expresiones relativas a la actividad agrícola y la climatología, fueron recopiladas en el libro Aspe: Isla Lingüística, de Francisco Pedro Sala y José Antonio Galvañ.
Como expusieron sus autores, el acopio de nuevas reseñas permanece abierto para seguir acrecentando el patrimonio aspense. Este artículo realiza una mínima aportación, contribuyendo con unos pocos aforismos no contemplados en ese trabajo, y con otros incluidos, pero que ofrecen ciertas variantes. Dentro del extenso abanico de expresiones populares de la localidad, tenemos un dicho que vaticinaba la cantidad de oliva que se podía obtener en los campos de Aspe,  dependiendo del mes en que el olivar había hecho la floración. Otra sentencia recordaba las fechas apropiadas para sembrar simiente de calabaza:

Si la olivera
florece en abril
para el candil.
En mayo
para el amo.
En junio
para  ninguno.

Viernes Santo
Calabacicas planto
la vieja que lo sabía
ya las tenía nacidas



            Una breve sentencia popular, sintetizaba la descomposición que había experimentado una  holgada hacienda familiar, tras el paso de dos generaciones incapaces de conservar el patrimonio legado.

Hombre hacendero
                        hijo caballero
nieto pordiosero.

            La viticultura orientada hacia la producción de vino, fue el cultivo preponderante en Aspe durante varios siglos, prevaleciendo en los plantíos de secano y regadío. Algunos dichos incidían en la realización de tareas en el viñedo durante determinadas épocas del año, como era labrar las viñas en junio para airear la tierra, tarea que muchos conocían pero que pocos realizaban, al estar afanados en las labores de la siega y la trilla de los granos. En el regadío, se recordaba las fechas idóneas para el riego de la viña, el mes más apropiado era abril, y las labores de la “majenca” en mayo, es decir cavar la tierra en superficie a golpe y repique, para eliminar la costra superficial. Otros aforismos indicaban el periodo de maduración de alguna variedad de uva temprana como podía ser la arbillo, o el valencí blanco o negro que empezaban a madurar en Agosto, también la obtención de un vino de buena calidad, recomendando una o varias clases de uva:



                        Las rejas por San Juan                                  

                        muchos las saben                                          
                        y pocos las dan.                                            
                                                                                 
Si buen vino quieres hacer
                        uva de plantamula,                                      
de valencí y de torrontés,                             
déjalo tres meses en la bodega                     
y  te convencerás después.

De San Jaime a Santa Ana                          
pinta la uva,                                                  
y para el quince de Agosto                           
ya está madura.


Riégame en abril
y majéncame en mayo
y tendrás sazón
todo el año.

La uva de torrontés
ni la vendas ni la des
que para vino buena es.

Agosto, de las uvas se hace el mosto.

La producción agrícola siempre ha tenido una dependencia directa con la climatología. Un método de predicción popular fue las cabañuelas, basadas en la observación de los fenómenos atmosféricos en los doce primeros días de agosto, más sus doce días de retorno. Junto a ellas, existieron numerosos proverbios que marcaban alguna particularidad del tiempo.

Si el gallo                                             
canta a pares                                                    
agua a mares                                        
si canta a nones                     
                        viento y soles.            

Marzo ventoso
y abril lluvioso
hacen de mayo
florido y hermoso.

Marzo marceado       
unos días buenos
otros malos.               
           
            La lluvia es un factor determinante en las cosechas, cuando caía en los meses idóneos presagiaba buenas cosechas, pero si no se producían precipitaciones o se registraban en meses inapropiados, podían arruinar los cultivos, tal como sucedía a finales de junio, estando el trigo segado en los campos, a expensas de ser transportado a la era para realizar las tareas de la trilla, ya que la humedad del suelo provocaba que el grano se grillase.

Si llueve en abril                                           
aceite para el candil.                                     
Agua en Mayo                                              
pan para todo el año.                                    
Si no llueve hasta septiembre                       
el aceite malo y no siembres.                        

Agua en San Juan
quita aceite y vino
y no da pan.

Nunca es mal año por trigo
que por agua si lo ha sido.

            Son muy numerosas y variadas las expresiones del acervo popular aspense contenidas en la publicación Aspe: Isla Lingüística, podemos incluir algunas más relacionadas con el tema abordado en este artículo:
          – Cuando marzo mayea, mayo marcea. Sentencia que resumía el comportamiento atípico del mes de marzo como si fuera mayo, a su vez correspondido en mayo con un procedimiento similar a marzo.
            – Tu hijo muerto y el apio en el huerto. Dicho popular que declaraba las propiedades del apio borde, utilizado habitualmente como emplasto para aliviar los empachos, especialmente en los niños.
            En tiempo de la berenjena, cambia la mujer la melena. La cosecha habitual de la berenjena era recogida entre los meses de julio a septiembre, durante el mismo periodo la mujer suele mudar parte de su cabello.
            Ni mía es la viña ni  mía la vendimia. En sentido literal, manifiesta que uno no es dueño del cultivo ni lo tiene en arriendo, viniendo a sentenciar que el afectado no tiene nada que ver con la cuestión tratada.
           En septiembre, el que tenga grano que siembre. Aunque se ha apuntado el mes de noviembre en alguna ocasión, en nuestras tierras era más apropiada la siembra en el mes de septiembre, para que el grano estuviera depositado en la tierra cuando vinieran las lluvias de octubre.
        Reitero mi agradecimiento a Manuel Asensi Torres, por la colaboración prestada para completar este trabajo.


                                                                                             
Gonzalo Martínez Español.

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