LA CONCORDIA CRISTIANO-MORA DE 1399 Y
SUS REPERCUSIONES EN ASPE.
Publicado en la revista Aspis nº 9, 2011
Las campañas
militares desarrolladas por las tropas castellanas a mediados del siglo XIII,
concluyeron con el sometimiento de las comunidades sarracenas del sureste
alicantino-murciano. La población musulmana no fue expulsada de sus tierras,
sino que permaneció asentada en el territorio, con la obligación de pagar
tributos a los cristianos. Estas tierras constituyeron el reino castellano de
Murcia, integrado en la Corona de Castilla.
Culminando
el siglo XIII, el monarca Jaime II de Aragón aprovechó la frágil coyuntura que
atravesaba la corona castellana e invadió el reino murciano, desencadenando la
guerra castellano-aragonesa que se prolongó entre 1296 y 1304. El fin de la
contienda fue favorable a Aragón, al pactarse mediante la Sentencia Arbitral de
Torrellas, la partición del Reino de Murcia en dos mitades. La parte
septentrional que comprendía las tierras meridionales alicantinas, comenzando
al sur del puerto de Biar, Busot, Jijona hasta Orihuela, marcando la frontera
el cauce bajo del río Segura, pasaron a formar parte del reino de Valencia, la
zona meridional compuso un menguado reino de Murcia bajo la soberanía de
Castilla.
Durante
los siglos XIV-XV, las comarcas del Vinalopó y la Vega Baja configuraron la
frontera meridional de la Corona Aragonesa con Castilla. Fue un territorio
inestable, escenario de disputas y guerras entre aragoneses y castellanos, a la
vez que se prodigaron las incursiones de saqueo de los moros granadinos, en gran
medida con la complicidad de las comunidades islámicas autóctonas de la zona.

En
las últimas décadas del siglo XIV proliferaron las acciones de los malhechores
en la frontera valenciana, tal como evidencian los estudios de la doctora Maria
Teresa Ferrer. En 1372, Pedro IV ordenó al alcaide de Alicante que investigase
a los sarracenos de Elda, con motivo de haber protegido y escondido a unos
moros salteadores granadinos. Se abrieron procesos judiciales y se practicaron confiscaciones
a los musulmanes eldenses que les hizo huir de sus casas, y ante los perjuicios
que ocasionaban a los señores feudales del valle, el rey decretó el sobreseimiento.
Durante 1374 una nueva racha de algaradas obliga a imponer restricciones en la
libertad de movimientos de los sarracenos tales como hacer leña, recoger
esparto o hacer sosa, pero ante las protestas de los señores fueron derogadas al
año siguiente por Pedro el Ceremonioso.
De
igual modo, el bandolerismo cristiano era manifiesto en estas tierras. El
converso Joan de Vilella, residente en Onil, fue capturado por dos
cristianos en 1369 y vendido como esclavo en Alicante, con su
trabajo pudo redimir su libertad. En 1382 el bandidaje fronterizo se
incrementaba. Un grupo de moros granadinos capturaron dos escuderos en el
Portichol con el objeto de obtener la liberación de dos paisanos cautivos en
Orihuela, apresados en Granada, contando con la ayuda de musulmanes de Novelda.
Este hecho produjo una airada reacción de los cristianos de Alicante, Elche y
Monforte que entraron a saco en el término de Novelda talando viñas y huertas,
y sometiendo a tormento a algunos islamitas de Novelda.
La
pertenencia de las aljamas sarracenas a señoríos feudales originaba disputas
jurisdiccionales entre el gobernador del rey y los oficiales del señor,
complicando la acción de la justicia. En 1383 se originó una controversia cuando
el intendente real manifestó su intención de entrar en Aspe y Elda para
castigar a unos bandidos refugiados, pero el rey lo prohibió porque acababa de
comprar estos lugares a Hug de Calviley, y donarlos a la reina Sibila con toda
su jurisdicción.
En 1385 una
partida de cristianos ilicitanos en persecución de salteadores, acaba atacando
a los moros de Crevillente, a los que le atribuían colaboración con los
almogávares, provocando varios fallecidos. A fines de 1385 y comienzos de 1386
los granadinos realizaron incursiones de gran magnitud, asolando las comarcas
de Alicante, Biar, Alcoy, llegando incluso a Paterna, en las inmediaciones de
Valencia, ocasionando numerosos cautivos y muertos. Según las acusaciones de un
cristiano apresado en Paterna, los granadinos habían recibido apoyo de las
aljamas del valle de Elda. El cautivo de Paterna, un joven aprendiz de
zapatero, huyó de su cautiverio narrando su periplo. Primeramente, sus captores
le condujeron de noche a Aspe, en
compañía de otros tres cautivos, donde los sarracenos escondían a ocho cautivos
más, y desde Aspe fueron todos trasladados a Vélez, en el reino de Granada,
pudiendo escapar.
Otro incidente
es el ocurrido en octubre de 1392. Manuel de Torres, judío converso de Aspe,
residente en Xátiva, se dirigía desde Aspe con toda su familia y bagajes hacia
Castilla, con licencia otorgada por el procurador de la reina doña Violante,
señora del valle de Elda. Los viajeros se encontraron con una partida de
almogavers acaudillados por Gonzalvo Martínez, de Orihuela, enviado por el
gobernador de Orihuela para vigilar los pasos fronterizos con Castilla. El
ataque de los malhechores produjo la muerte de uno de los hijos y de la mula
sobre la que Manuel cabalgaba. Les robaron bienes muebles valorados en 15.000
sueldos, siendo encarcelados en Orihuela según los testimonios de los
asaltantes. Tras la denuncia de Manuel, se detuvo a cuatro salteadores, y
mediante la intervención del rey, Manuel y su familia fueron liberados, dando
orden de prender a los almogavers y embargar sus bienes a fin de indemnizar a
las victimas[1].
Este
clima de permanente inseguridad y de continua violencia necesitaba ser apaciguado
mediante la conciliación de unos acuerdos entre las comunidades de la frontera
meridional valenciana.
La firma de la concordia de 1399.
Si
bien, en el Marquesado de Villena y la Gobernación de Orihuela existieron
acuerdos precedentes para pacificar las comarcas, éstos no recogían la
responsabilidad colectiva de las comunidades cristianas o sarracenas para el
pago de las indemnizaciones, tal como quedará contemplado en la Concordia de 1399.
El monarca
aragonés Martín el Humano (1396-1410) decidido a serenar los territorios de la
Gobernación de Orihuela, en noviembre de 1399 designó al delegado regio Guillem
de Martorell, a fin de que convocase a
los representantes de las villas cristianas y de las morerías de la
Gobernación, y conciliasen un pacto que garantizase la coexistencia y
pacificación de sendas comunidades. El martes 3 de diciembre, los delegados de
las comunidades cristianas y musulmanas se reunieron en la iglesia de San Jaime
de Orihuela dispuestos a dirimir un acuerdo, y tras ulteriores reuniones, se
conciliaron las bases de un entendimiento. El acta de la Concordia manifiesta
el desasosiego que imperaba en estas tierras:
“… Ab gran clamor d´alcuns fos prevengut que en les parts del Regne de
Valencia e confines de aquell senyaladament en la Gobernació d´oriola alcuns
malvats homens fills de perdició vulgarment appellats almugavers los quals no
tements deu ne la senyoria del a dit senyor Rey guerrejants se cativaven uns
a altres axi cristians com moros e axi
preses e cativats duhien e aprestaven a vendre en les parts de aquells que
çolen la repravada secta de Mahomet… E per ço lo dit Senyor Rey volent prevehir a tants mals e
cobejants lo bon e pacifich estament e tranquilitat del dit Regne e dels
habitadors d´aquell levades les males plants co es les mals homens …[2]”
Resumidamente,
los comisionados convinieron los siguientes capítulos:
» Que
cualquier cristiano de la Corona Aragonesa que fuera cautivo dentro de los
confines de la Gobernación de Orihuela, como más allá del río Segura,
hallándose preso tanto en el reino de Granada como en cualquier otra parte,
habría de notificarse mediante carta del
Gobernador de Orihuela o su lugarteniente, a cualquiera de las aljamas de
moros, y ésta habría de comunicarlo a las otras morerías, a fin de que en un plazo de tres meses a
partir del aviso, se obtuviera la liberación y el transporte a expensas de
todas las aljamas de la Gobernación.
» En caso de que los
representantes de las comunidades cristianas, o bien los parientes y amigos de
los detenidos pudieran rescatar a los apresados por la cantidad que mejor
pudieren, las aljamas morunas estaban obligadas a abonar dicho pago en un plazo
de diez días tras haber recibido la notificación sin alegar pretextos.
»
Si el cautivo o cautivos estuviesen en cualquier lugar fuera del reino de
Granada, las aljamas tendrían un plazo de seis meses para librar a los
confinados. Si se daba la circunstancia de que el apresado fuera libertado por
sus familiares, se debía proceder del mismo modo que en el apartado anterior.
» Que para abonar el rescate, cuantas veces fuera
necesario, el gobernador de Orihuela o su lugarteniente, bajo autoridad real,
podían decomisar y vender bienes de las aljamas o de sus particulares, sin
necesidad de subasta, pleito, embargo o dilación, y sin impedimento de fueros o
privilegios alegados. Si el gobernador oriolano no hubiera podido ejecutar la
incautación de bienes en el plazo convenido de 10 días, podría practicarlo el
Justicia de la villa de donde fuera nativo el apresado. Y si el cautivo era
foráneo de estas tierras, la expropiación la debería efectuar el Justicia de la
villa en cuyo término se hubiera cometido el delito.
» Ante cualquier
cautiverio que se perpetrara en el territorio de la Gobernación de Orihuela,
serían las aljamas sarracenas residentes en la misma, las responsables de
abonar el rescate.
» En el caso de que se demostrase que el confinamiento
había sido realizado por cristianos, el
conjunto de las comunidades cristianas estaban obligadas a la restitución
íntegra del caudal que hubiesen abonados las aljamas.
» Si se conociera que en el asalto cometido a algún
cristiano, hubiesen participado conjuntamente moros y cristianos, se devolvería
la mitad de la cuantía del rescate a las aljamas musulmanas, abonando la otra
mitad las poblaciones cristianas. De igual modo quedaron comprometidos los
cristianos respecto al cautiverio de algún moro.
» En la
circunstancia de que el cautivo fuera muerto o desaparecido –abcegat–. Siendo
cristiano, las aljamas estaban obligadas a retribuir con 2.000 sueldos de
moneda valenciana a sus parientes si era originario de la Gobernación oriolana.
En caso de ser foráneo, la mitad del importe sería para las arcas del rey o del
señor del lugar en cuyo término se hubiera cometido el crimen. Si el fallecido
era musulmán, las comunidades cristianas debían abonar a su parentela 1.200
sueldos siendo oriundo de la Gobernación. Si era extranjero, la mitad pertenecía
a las aljamas y la otra mitad al rey o señor del lugar en cuyo término hubiera
sucedido el hecho.
» Se acordó que ningún cristiano
de la Gobernación pudiera comprar moros de Granada, salvo que fuera para
libertar con ellos a cristianos cautivos en
aquel Reino.
» Permanecían
fuera de estos acuerdos, los musulmanes o cristianos que fueran muertos por
represalias u otras causas devenidas entre las poblaciones de la Gobernación de
Orihuela y las del Reino castellano de Murcia.
» Los cristianos concordaron el
modo de abonar las indemnizaciones conviniendo cinco partes iguales. Orihuela y
sus aldeas, con la inclusión de Guardamar, abonarían 3 partes, Alicante y sus
aldeas 1 parte, y Elche más los habitantes cristianos del valle del Vinalopó 1
parte, correspondiendo abonar la compensación a los casados.
Resulta significativo el valor monetario
desigual que se concertó a la hora de compensar la muerte de un cristiano o de
un moro, claro reflejo de la situación de inferioridad de la comunidad sarracena
en la Corona Aragonesa.
![]() |
Acta Capitular de 8 de marzo de 1401 |
Los
comisionados partícipes por el bando cristiano fueron: Ginés de Vilafranca por Orihuela, Berenguer Dartes de Alicante, Pere
Bataller de Elche, mosén Vidal de
Blanes representante de la reina doña Violante, señora de Elda y Aspe, Pascual Dexea y Johan Ortiz procuradores de la Mola, Novelda, Chinosa y Monóvar, Pedro
Fernández de Mesa lugarteniente del
honorable Tomás Gerona procurador de
la villa de Elche y Crevillente, Sancho
de Camargo representado al señor de Petrer García Jofrés de Loaisa, Pablo
Ibáñez síndico de la universidad y villa de Elche. En representación de las
aljamas sarracenas los comisionados fueron Caat
Magar, síndico de la aljama de Aspe, Muça
Alazarch síndico de Elda, Mahomat
Abencaet síndico de Novelda, Ali
Morabey síndico de Chinosa y Monóvar, Axer
Abenzacaria y Hamet Albilleni síndicos
del arrabal de Elche, Abrafim
Alchileyrim síndico de Crevillente, Mahomat
Abenzeyte, síndico de la aljama de Petrer.
Pese a la Hermandad consensuada, continuaron
las correrías de granadinos y los asaltos de cristianos. El cabildo oriolano
acordó una serie de medidas el 11 de julio de 1400 a fin de que los
vecinos estuvieran preparados con avituallamiento militar para la persecución
de salteadores y dispuso atajadores que recorrieran el término[3]. El
Concejo oriolano envió mensajeros solicitando permiso para entrar en los términos
de Castilla siguiendo el rastro de los almogávares, aunque la mayoría de
pueblos denegó el consentimiento alegando que serían ellos quienes perseguirían
a los bandidos dentro de su jurisdicción y enviarían avisos oportunos a
Orihuela. Las capturas de moros granadinos no cesaban, incentivadas por las
recompensas que el Cabildo oriolano
pagaba por cabeza de moro.
A mediados de
agosto de 1400, almogávares cristianos atacaron en el término de Alicante a
Amet Arrany, moro de Aspe, llevándoselo preso a Castilla con sus bagajes. Seguidos
por los rastreadores, se internaron en la villa de Sax, deteniéndose la
persecución por ser la villa parte del reino de Castilla. Hubo de transcurrir
un año para liberar al sarraceno aspense[4].
A comienzos de 1401, una partida de
almogávares cristianos saltearon a cuatros moros de Aspe, matando a uno,
escapando otro y llevando dos cautivos a Castilla. Seguidamente, dos sarracenos
de Aspe fueron atacados, huyendo uno y muriendo el otro[5]. El
gobernador, asistido con hombres de a caballo y de a pie salió en persecución
de los malhechores, dando muerte a dos almogávares y cautivando otros dos.
CRISTIANOS CASADOS EN EL VALLE DE ELDA EN 1401
|
||
ELDA
|
26 + 4
miserables
|
30
|
ASPE
|
6
|
|
LA MOLA
|
7
|
|
NOVELDA
|
4
|
|
MONÓVAR
|
2
|
|
SALINAS
|
8
|
|
PETRER
|
4
|
|
TOTAL CASADOS
|
61
|
La muerte de
los mudéjares aspenses puso en efecto los acuerdos signados en la concordia. El
gobernador de Orihuela remitió una misiva al Concejo ilicitano fechada el 2 de
marzo, solicitando que junto a Alicante, Orihuela y las universidades de
cristianos de la vall de Elda, debían
hacer frente a la indemnización de 2400 sueldos por la muerte de los dos moros
aspenses: …e pagar e fer pagar als dits
universitats dos mil e quatrecents sous, ço es mil e doents sous per la mort
d´Adan Ezaupin e altres mil e doents sous per la mort d´ Hamet Abenzahet los quals foren
e son estats morts dins la gobernació per mals cristians e almogavers…[6]”.
El cabildo ilicitano determinó enviar un
mensajero a la vall de Elda para
averiguar el número de cristianos casados –cabezas de familia– que habitaban en
la Mola, Novelda, Aspe, Elda, Petrer, Salinas, Chinosa –antigua alquería
situada en término de Monóvar– y Monóvar, ya que los capítulos signados les obligaban
a contribuir conjuntamente con Elche en la indemnización de las víctimas. La
indagatoria del consell ilicitano evidenció un escaso poblamiento cristiano en
la vall de Elda en 1401, con un abrumador predominio de
habitantes mudéjares en las poblaciones del Vinalopó.
El cómputo de
los cristianos casados residentes en la villa y arraval de Elche ascendió a 349
individuos, que sumados a los 57 cristianos de la vall de Elda con suficientes
medios económicos –se contabilizaron 56-, suponían un total de 405[7]
cristianos a los que le correspondió abonar un total de 540 sueldos como parte
proporcional de la indemnización, a
razón de 1 sueldo 4 dineros por individuo.
Vigencia de la Concordia
En
diciembre de 1401 vencía el plazo de la Hermandad, los procuradores de las
aljamas solicitaron que se prorrogase su tiempo de vigencia. Hubo disensiones y
reticencias, pretendiendo modificar algunos capítulos, después de haber
transcurrido varios meses, finalmente la Hermandad se renovó dos años más bajo
la presión del monarca aragonés. En esta prórroga se amplió la participación en
la Hermandad a las villas castellanas de Sax y Villena, que suscribieron la
Concordia con la aquiescencia del rey castellano.
Pese a
continuas incidencias, la Concordia tuvo dos nuevas renovaciones bienales. En
1403 fueron asaltados dos moros de Monóvar, uno pudo huir y el otro fue
asesinado, cumpliendo las villas con sus obligaciones. En agosto de 1404, un
matrimonio oriolano junto a un vecino de Elche, se dirigían a Biar para celebrar
unos esponsales, siendo atacados en término de Castalla. La mujer fue asesinada
y los hombres llevados cautivos a Granada. Se convocó Junta de los componentes
de la Hermandad en Aspe el 1 de septiembre, a fin de tratar el susodicho caso y
otros sucedidos tras la última renovación. Los apoderados tenían facultad para
modificar los capítulos e incluso para disolver la Hermandad. En la Junta de
Aspe acordaron prolongar la Hermandad y que las aljamas abonasen 300 florines,
200 por los dos cautivos y 100 por la mujer degollada[8].
La
Concordia no se prolongó más allá de mayo de 1408, teniendo una vigencia de 8
años y medio. Si bien no acabó con la inseguridad de las tierras fronterizas, continuando
los tropelías de granadinos y cristianos, si fue provechosa para los sarracenos
de la Gobernación oriolana, que repetidamente solicitaron su prórroga. La
hermandad frenó la audacia de los almogávares granadinos y les restó buena
parte del apoyo que recibían en las aljamas valencianas.
La inseguridad todavía permaneció algunas
décadas en las comarcas de la frontera meridional valenciana. En la villa de Aspe,
el área de los Hondones revelaba mayores peligros por estar situado a mayor
distancia del núcleo urbano. En una Concordia firmaba en 1427 por el nuevo propietario de la villa, Ximén Pérez
de Corella y la aljama de Aspe, cuya finalidad era incentivar los cultivos
cerealistas en el fondón dellà, el
señor de la villa les hizo rebaja en
la percepción del diezmo señorial, manifestando en el acta los riesgos que subsistían en la zona: “regonoxents que la
partida del fondón dellà, lo part terme
de la dita nostra vila d´Asp (…) per la gran lunyea
e per ço com es loch perillos de males gents…[9]”.
Las correrías de los moros
granadinos persistieron hasta mediados del siglo XV, comenzando a decaer por el
progresivo debilitamiento de los sarracenos nazaríes.
BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS.
[1] FERRER
I MALLOL, M.T. (1990): Organització i defensa d´un terrirori fronterer. La governació
d´Oriola en el segle XIV, Barcelona. pp. 328-329
[2] A.rchivo Histórico
Municipal de Elche. Pergamino de Oro nº 38.
Concordia Cristiano-Mora de 1399.
[3] NIETO
FERNÁNDEZ, Agustín. «Hermandad entre las Aljamas de Moros y las Villas de la
Gobernación de Orihuela en el siglo XV». En Primer
Congreso de Historia del País Valenciano. T II. Valencia pp. 749-760
[4] FERRER
I MALLOL, M.T. La Frontera amb l'Islam en el segle XIV: cristians i sarraïns al País Valencià, 1988.
[5] , NIETO FERNÁNDEZ, A: op.
cit., pp.752-753.
[6] Archivo Historico
Municipal de Elche. Libro de Cabildos a/2. Acta de 8 de marzo de 1401.
[7] Ibídem.
[8] NIETO
FERNÁNDEZ, A:. op. cit. p. 758
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