LA EPIDEMIA DE 1757
En el verano y otoño de 1757 un brote epidémico de tifus
azotó Aspe, provocando un elevado número de enfermos y algunas decenas de
defunciones.
Dada la carencia de Actas Municipales y libros de
difuntos de este período, conocemos el acontecer de esta dolencia por los
fondos del Archivo de Orihuela[1], ya que el Corregidor de
la ciudad, Dn Pedro de Narváez, compiló un expediente al respecto.
El corpus del expediente lo forman 29 cartas, que se desglosan en: 8 emanadas del Capitán General del
Reino de Valencia; 1 del Obispo de Cartagena; 2 de miembros de la Corte; 3 de
los Capitulares Aspenses; 1 del Vicario de la Parroquial; 3 del Capitán Pablo
Cerdán; 7 del Dr Bartolomé Gómez, médico oriolano enviado a socorrer
a los enfermos y 4 borradores de cartas del Corregidor.
La Época Moderna en Aspe, presenta unos rasgos
demográficos afines al Reino de Valencia. En los siglos XV y XVI el crecimiento
estuvo estancado, fundamentado principalmente por las hambrunas y el
persistente azote de la peste negra. A principios del XVII, Aspe sufrió una
notable regresión, perdiendo 4/5 partes de sus efectivos con la expulsión de
los moriscos, y pese a la venida de repobladores, el número de habitantes era
exiguo, ascendiendo a 975 habitantes (195 vecinos x 5) en 1646[2]. Las últimas décadas del
XVII y el XVIII propiciarán un
crecimiento espectacular en el municipio, alcanzando los 5.025 habitantes en el
Censo de Floridablanca de 1787, por lo que esta afección aparece en un período
de incremento neto de los efectivos, donde han mejorado las condiciones
económicas y sanitarias.
La epidemia debió originarse en la primera quincena de agosto.
Estuvo causada al ingerir los vecinos aguas contaminadas de la habitual fuente
de abastecimiento situadas en la plaza Mayor que tomaba aguas de las
nacimientos del río Tarafa, conducidas a través de una cañería. En el deterioro
del agua concurrieron varias circunstancias:
1º- El emplazamiento de la toma de aguas no era el
idóneo, pues inmediata a ella había un camino transitado por animales, cuyos
excrementos podían verterse al agua.
2º- La base y
paredes circundantes a la fuente eran de tierra, y al producirse des- prendimientos, el agua se retenía y
discurría con mayor dificultad.
3º- El calor y la
luz del sol en los meses estivales aceleraron la adulteración del agua
remansada.
Las autoridades locales, comarcales y del Reino
procedieron a establecer el pertinente
cordón sanitario y determinaron una
serie de medidas para aliviar la situación. Seguimos las
vicisitudes de la enfermedad a través de una crónica sintetizada de los hechos
que nos ofrecen los documentos:
20/8. El Corregidor ordena a la Compañía de
Carabineros Reales que debía instalarse en Aspe, buscar un nuevo acomodamiento
en otra plaza.
30/8. El Conde de Valdeparaiso, ministro de hacienda, comunica que ha
informado a la Real Junta de Sanidad, de las enfermedades que se padecen en la
Villa y tiene constancia de los atrasos experimentados sobre el pago de
contribuciones, por si se determinara su posible remisión.
01/9. El Obispo de Cartagena, componente de la
Suprema Junta de Sanidad, requiere que los
médicos enviados a auxiliar a la
villa, realicen un informe para consultarlo con el Real Protomendicato ( médico de la Corte), a fin
de concretar la mejor curación.
03/9. El Dr. Bartolomé Gómez realizó un dictamen,
atribuyendo las dolencias a las aguas
adulteradas del río y fuente, indicando una serie de actuaciones:
- Eliminar las aguas
estancadas en el río, pues los vapores desprendidos por el calor, viciaban el
aire y podían ocasionar trastornos.
- Terraplenar los hondos en el río, dándole la suficiente
pendiente para que no se
rebalsara el agua.
- Eliminar de la fuente las paredes de tierra, y
edificarlas de cal y canto, para que no se precipitaran sobre el manantial.
El Ayuntamiento agradece al Corregidor los 2 médicos
enviados y le hace patente la coincidencia de criterios entre los médicos de
Orihuela y un análisis anterior hecho por los médicos de Novelda y Orito,
que atribuían la enfermedad a las aguas
estancadas. Además, informan que se ha experimentado un aumento y reincidencia
de la afección, alcanzado la cifra de 900 enfermos y expresan que a la Villa no
le es posible abonar las Reales Contribuciones, rogando que se solicite en
instancias superiores la exclusión.
11/9. El capitán Pablo Cerdán corrobora que ha
aumentado el nº de enfermos y advierte que hay muchos que peligran. Se está
asistiendo a los pobres en su manutención y se ha traído a la Virgen de las
Nieves en rogativa.
12/9. El médico notifica que la Villa ha resuelto
contribuir con los medios que disponga
para aliviar a los afectados (incluidos los convalecientes), fundamentalmente
aumentando la cantidad de carne para que los pucheros sean más sustanciosos.
El Ayuntamiento ratifica la escasa mejoría producida, y
considera imprescindible la presencia de los 2 médicos hasta que aminoren los
enfermos.
14/9. El Corregidor trasmite al Consejo Superior
las necesidades de la Villa, siendo básicamente:
- Limpiar el cauce del río, evacuando las aguas detenidas
por la riada ocasionada en años anteriores.
- Aumentar los recursos para la manutención de los
enfermos pobres, pues se están produciendo malas convalecencias y recaídas por la falta de
alimentos. En estos momentos se alimentan con limosnas y cortos arbitrios de la
Villa que resultan insuficientes para tanto enfermo.
17/9. El Dr. Gómez manifiesta que
el número de aquejados es de 640, incluyéndose bastantes recaídas por el uso de
inadecuados alimentos, según dictamen de los facultativos; por lo que solicitan
que se traten a los convalecientes como
actuales enfermos, auxiliándolos con la misma limosna de carne, pan y dinero,
hasta transcurridos 20 días desde la última calentura.
En la asistencia a los enfermos se está dando, si es uno
8 dineros de carne, 4 dineros para
guisar el puchero y una ración de pan. Si son dos 1 sueldo de carne,
6 dineros para guisar el puchero y dos raciones de pan., multiplicándose
raciones y dinero al aumentar los enfermos por casa.
El Duque de Arcos está pagando las medicinas para los
pobres; y desde mediados de Junio, el número de
difuntos es aproximadamente 40,
en su mayoría de avanzada edad, estando incluidos algunos fallecidos no
provocados por la epidemia. El Dr. Gómez pide retornar a Orihuela para no
perder su clientela.
24/9. El Cabildo ha recibido autorización del Duque
para repartir a los enfermos las creces del Montepío de Granos de los años
1754-56[3] . Se han censado el número
de pacientes y son menos de 300, los difuntos 60. La falta de medios no ha
permitido sanear la infraestructura del río. El Capitán Pablo Cerdán advierte
al Corregidor que el Dr. Gómez disminuye el nº de enfermos por los deseos que tiene
de marcharse.
1/10. Las precipitaciones producidas en estos
días han limpiado el cauce del río, la fuente todavía no se ha
arreglado. El Dr. Gómez ratifica la veracidad de su anterior informe sobre el
descenso de los afectados, poniendo como ejemplo, que en la calle la Ermita habían más de 100 enfermos y ahora no
llegaban a 30, también se habían
aminorado mucho en la calle Empedrada y en la que bajaba hasta el puente, no
teniendo él, más de 40. El Dr. López tenía menos de la tercera parte y también le habían disminuido
al médico de la Villa, sumando enfermos y convalecientes pobres 226.
El Consistorio comunica al Corregidor, que con
autorización del Duque de Arcos, se ha socorrido con la mitad del aumento del
Montepío de Granos del presente año, y siendo
escaso, se ha concedido los
incrementos de los 3 años anteriores, lo consideran insuficiente, porque
se distribuye a diario más de 14 pesos de limosna y sólo cubrirá unos pocos
días. Exponen las estrecheces que atraviesan y lo dilatado y preciso que debe
ser el socorro a los enfermos. Asimismo
ruegan que persevere para concluir a
feliz término la remisión
del Equivalente[4]
que tienen suplicada.
11/10. El Corregidor reseña a sus superiores el
descenso de los enfermos, los convalecientes siguen siendo numerosos, dilatándose su recuperación; ya que los
recursos aportados por el Duque y las limosnas recogidas, resultan
insuficientes para mantenerlos. Esta falta de caudales y los malos
alimentos retardan la salubridad del pueblo. Los médicos demandan parte de sus
dietas, que son elevadas en más de 50 días de trabajo, no teniendo medios el
Ayuntamiento ni los afectados para correr con los gastos, por lo que solicitan
se estime la manera de obtener algún remedio.
15/10. La epidemia está bastante disminuida; el Dr.
Gómez visita 27 pacientes, el Dr. López 24, y se ignoran los que tiene el de la Villa. Los médicos consideran que ya se
habría extinguido: “si los enfermos usaran de los alimentos
conducentes, y no de paniso, uvas, melones, pimentones, tomates, migas, arros y
otras cosas semejantes...[5]”
8/11. Carta de la Corte, manifestando que
tienen constancia del cese de la epidemia, donde las gentes pobres y jornaleros
en su gran mayoría han sido los implicados. Informado el rey (por entonces
Fernando VI), ha desestimado las peticiones de perdonar una parte (la de los
humildes) o el total de los impuestos para el alivio del pueblo, y encargan al Corregidor que informe de lo que estime
más oportuno al respecto sin contravenir
al rey.
16/11. Conocedor de la decisión real, el
Corregidor se encarga de practicar con sigilo las diligencias conducentes a la
mejoría de los afectados, informando a la Corte.
26/11. En la última carta encontramos un balance de
los gastos ocasionados por la afección, y lo aportado por diversas instancias:
Minutas de los médicos abonadas por la Villa...... 1.896 reales
Viajes y Mesón...................................................... 63 “
Manutención médicos................................................
575 “
Composición del Río y Charcos...........................
.....600 “
Composición del conducto de la fuente y del agua
antigua.
885 “ 15 sueldos
Rogativas y Limosnas a los Pobres..... 700 "
TOTAL 4 719 reales 15 s.
Los recursos de la Villa han quedado extenuados y faltan medios para
satisfacer el importe total de las
dietas de los médicos. El Obispo de Orihuela no ha contribuido con limosna
alguna.
Todavía quedan algunos
enfermos, mantenidos con las cortas limosnas de los fieles recogidas
diariamente en el Pueblo. El administrador del Montepío únicamente ha entregado
180 pesos, alegando que no tenía
compromiso de más aporte, y le
han reclamado las creces de los tres
años anteriores, obligando al administrador al pago, pero no se ha ejecutado
por hallarse enfermo de Erisipela. Se pide al Corregidor que arbitre medios
para cumplimentar la obligación contraída con los médicos.
La
epidemia se prolongó a lo largo de cuatro meses,
acarreando consecuencias económicas y sociales, algunas fueron:
El agotamiento de las arcas municipales, al utilizar sus
escasos recursos en el alivio de los afectados. El endeudamiento de la Villa,
que quedaba atrasada varios años en sus pagos de impuestos.
Los pobres y jornaleros afectados, consumieron sus
escasos recursos, quedando indispuestos para el trabajo en el tiempo de la
siega de cereales y la vendimia, donde probablemente obtenían una parte
importante de su sustento anual.Los implicados, debilitados por una larga convalecencia,
tendrían una mayor vulnerabilidad biológica ante nuevas afecciones.
La Caridad que se
ejerció en el pueblo a través de las limosnas, fue una importante
aportación en el sostenimiento material de los enfermos más necesitados,
practicando muchos aspenses un ejercicio fraternal de solidaridad con sus
vecinos.
Hay que resaltar la encomiable labor de don Pedro de
Narváez, mediando y buscando recursos para aliviar al municipio, y
obligando a permanecer a los dos médicos oriolanos hasta el total
restablecimiento de los afectados. También consiguió la exclusión de la Villa en
el pago de los impuestos de 1757.
En una carta remitida en abril de 1759 por los componentes
del Cabildo del año 57[6], los munícipes solicitaban al Corregidor que
interviniera ante un problema suscitado, ya que siendo los representantes
municipales en ese año, decidieron liquidar las elevadas minutas de los
médicos, tomando como préstamo el dinero de la depositaría del Equivalente,
para reincorporarlo con futuros
arbitrios. No lo pudieron hacer ellos ni el Ayuntamiento del 58, y
recomendándolo a los sucesores del Consistorio del 59, éstos se niegan a
hacerlo teniendo suficientes medios y pretenden que el Cabildo del 57 lo
reintegre de sus propios haberes particulares.
Los doctores no precisaron con exactitud el tipo de
enfermedad, sino que describieron un proceso febril que causaba: «en
unos... calenturas incoactiva malignas, en otros chatarrales linfáticas, en
algunos mesentéricas de primera especie, y en los más tercianas ya
intermitentes, ya continúas, y en los que menor disposición havía quartanas muy
beneficiosas...»[7] La medicina moderna la identificaría como tifus.
Desconozco otras apariciones de esta enfermedad,
exceptuando el brote epidémico surgido en agosto de 1946, todavía presente en
la memoria de nuestros mayores. Afectó a un elevado número de personas,
provocando numerosas defunciones ante la falta de penicilina para
atajar el tifus.
NOTAS
Y FUENTES:
PÉREZ PUCHAL Pedro (1976): Geografía de la Població Valenciana. Valencia, L´Estel.
NADAL, Jordi (1976): La población Española. Barcelona, Ariel.
VV. AA (1990).: Historia de Alicante, Varios
Volúmenes, Alicante.
[3]El Montepío de Granos era una institución de crédito agrario
fundada por la Casa de Maqueda, que prestaba a los labradores grano para
sembradura, devolviéndose con un
interés.
[4]El Equivalente era un
impuesto de carácter estatal surgido con la dinastía de los Borbones, a cada
pueblo se le asignaba un cupo, que el Justicia
repartía entre los vecinos.
[5] A.H.M.O. Legajo nº 1238. Carta del Dr. Gómez al corregidor de Orihuela. Aspe, 15
de octubre de 1756.
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